Hace algunos días atrás, tuve la oportunidad de conocer esta obra literaria llamada Fahrenheit 451, una novela distópica que fue publicada en el año 1953 por Ray Bradbury. Esta obra fue premiada con el galardón de mejor novela y ha sido inspiración de películas y documentales tales como Fahrenheit 451 (1966) y Fahrenheit 9/11, dirigida por el aclamado director Michael Moore. Su título se debe a que a la temperatura de 451° Fahrenheit el papel de los libros se quema, hecho que forma gran parte de esta historia. Bradbury logra crear una sociedad donde los bomberos se encargan de quemar libros; ya que, según la historia, estos le provocaban al lector tristeza, enojo y angustia. El objetivo, por así decirlo, del gobierno es que las personas sean felices, ya que al sentirse satisfechos (conformes) con sus vidas dejarían de pensar y cuestionar, y así se limitarían a cumplir con sus funciones en la sociedad. El papel de la literatura, como un hábito digno de rescatar se convierte en el peor miedo de las personas de poder en esta sociedad, ya que los lectores alimentan su mente, se educan y piensan críticamente. El mensaje de fondo de la historia, a pesar de haber sido publicada hace más de medio siglo, le queda como anillo al dedo a nuestra situación hoy en día, donde las personas ya no leen, ya no se educan, y por lo tanto carecen de imaginación, creatividad y de una mente crítica. Fahrenheit 451 nos acerca y nos revela una sociedad no muy distinta de la actual; y al menos en mi opinión personal, nos motiva a seguir luchando para crear mentes críticas, educadas, luchadoras y no conformistas, que es lo que tanto se necesita en nuestros días.
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